El plantel campeón argentino de 1919 obtuvo la Copa Competencia tras vencer a Nacional de Montevideo el 25 de mayo de 1920 en la cancha de Sportivo Barracas. Fue 2 a 0 con goles de Miranda y Bozzo, que jugó casi todo el partido lesionado. Las crónicas de la época lo describen como un “triunfo brillante”. 

Fue un día perfecto. El 25 de mayo de 1920, además de celebrarse los 110 años de la Revolución de Mayo, Boca Juniors le dio al país un título internacional de fútbol: el primero de muchos en la rica historia de la institución.

Las crónicas de la época desbordan de información fabulosa sobre aquella jornada triunfal, en la que el club argentino venció a Nacional de Montevideo por 2 a 0, en la final de la Copa Competencia correspondiente a la edición de 1919 que habían disputado equipos bonaerenses, rosarinos y uruguayos.


La frase todavía no había sido imaginada por nadie. Sin embargo, es evidente, ya estaba en el ADN azul y oro:  esa tarde Boca ganó “a lo Boca”, ya que disputó casi todo el partido con uno de los jugadores lesionados, fue peloteado, y pese a ello logró anotar dos tantos de cabeza para hacerse con la victoria.

La final se disputó ante “una nutrida concurrencia” en el amplio y hermoso campo de Sportivo Barracas, inaugurado poco tiempo antes. Para entonces, esa cancha era una de las más modernas de Sudamérica, y los diarios de la época hacen especial hincapié en ello. El árbitro fue Calixto Gardi y la recaudación de las entradas ascendió a 10 mil pesos. Podría haber sido más si la Policía hubiera impedido que decenas de asistentes se colaran en las modernas tribunas.

Es que realmente existía interés por presenciar aquel partido, ya que se suponía que iba a ser una especie de revancha para Boca, el campeón argentino, que había caído en visita a los uruguayos pocos días antes por 3 a 0, en el marco de otro certamen denominado Campeonato del Río de la Plata. De hecho, hasta asistió como invitado especial el intendente de Buenos Aires, José Luis Cantilo.

Los integrantes de Nacional arribaron al puerto y fueron recibidos y agasajados por autoridades de la Asociación Argentina de Football y del propio Boca. Eran otros los hábitos de la era amateur: tal es así que, en la previa de la final, se disputó en la misma cancha un partido de rugby, mientras que en el entretiempo hubo una suelta de 300 palomas a cargo de la Sociedad Colombófila Unión Boquense.

El trámite de esa tarde fue intenso, desde el inicio, cuando Busso se resintió de una lesión que había sufrido en la previa. A pesar de eso, continuó en el campo y luego resultó clave, aunque llegó a tocar muy pocos balones. Lo cierto es que, de primera, Nacional atacó a Boca y lo dominó, pero las buenas apariciones del arquero Américo Tesoriere evitaron la caída de su valla. 


En ese contexto desfavorable, el jugador que verdaderamente se erigió como figura para que el conjunto argentino ganara el partido fue Pedro Calomino, el primer gran ídolo de la historia del club. El gol que abrió el score llegó de una impresionante corrida suya por el wing derecho, con posterior centro perfecto a la cabeza de Miranda, que no pudo cortar el guardameta uruguayo Mazali.

Boca llegó al entretiempo con una ventaja que debía sostener a pesar de la agresividad de los orientales. En el complemento, a Bozzo le bastó con otro impecable centro de Calomino para marcar el segundo tanto.


Los jugadores de Nacional continuaron sus ataques y estuvieron cerca de descontar, pero no pudieron hacerlo. Boca se consagró campeón de la Copa Competencia ante su gente, que festejó con júbilo la obtención de aquel título internacional. El primero de los muchos que vendrían durante los gloriosos 100 años siguientes.

Por Bruno Verdenelli - Periodista - Colaborador de la Subcomisión de Historia de Boca Juniors.